miércoles, 27 de mayo de 2009

por una corchea

Platero era uno de los cuatro. Tenía la voz grave y cantaba en re sostenido por una corchea. Un bochorno, convengamos. Por suerte la discográfica decidió grabarlo a 75rpm y se lo puede oír cantando rápido y con voz aguda. Escuchar The great pretender dejó de ser una angustia y pasó a ser una fiesta. El resto de la banda decidió, entonces, quitarle su apoyo y procedieron a retirarle la corchea. Fue ahí cuando se fue al piso y se hundió en el lodo. Nadie lo sabía, pero la sala de ensayo estaba montada en un gran pantanal. Hediondo y con musgo hasta en los pulmones, comenzó su derrotero lo mismo por hospitales públicos que por programas de chimentos en televisión. Contó sobre la relación de los cuatro, de los cuartos y de los dobles. Sobre los conciertos al aire libre y sobre los conciertos a sala llena en luna nueva. Tanto delirio desparramó, que hasta el musgo decidió abandonarlo. Volvió a su salud, a su tono y a sus 45rpm. El público volvió a aplaudirlo con entusiasmo, a llenar teatros y a vaciar bateas. Hoy duerme en una piscina acompañado por un delfín bipolar. Las cartas que recibe las responde al mediodía y al destinatario equivocado. Aún así, en los colegios siguen leyendo su historia, escrita por Juan Ramón Jiménez.


Safe Creative #0905273735034

2 comentarios:

  1. Fascinante, aunque controvertido. Con razón nunca hicieron el True Hollywood Story de Platero. Donde hay metido un delfín bipolar, es que algo raro hay.

    ResponderEliminar
  2. Y sí. Como ya lo dijera Betty Boop antes de entrar a su bañera: aquí tres no cabemos. Será así la cosa...

    ResponderEliminar