Resulta que quiero armar una biblioteca en el trabajo, donde cada quien que quiera lleve un libro y se tome prestado otro durante el tiempo que le lleve su lectura. En la intranet tenemos un foro donde dejamos mensajes para que los lean todos los que entren. Y además se avisa por mail cuando se abre un nuevo tema, que fue lo que hice. O sea: casi todos recibieron el mail sabiendo que había algo nuevo para leer en el foro con el tentador título "Propuesta de biblioteca literaria comunitaria". Lo de literaria para que quede claro que no se trata de una biblioteca técnica. Díganme la verdad, ¿no se les haría agua la boca por saber de la propuesta con semejante título? Bueno, a los del trabajo tampoco.
Ante la nula repercusión del asunto, aquí un cartel para todos ellos.
Se me ocurrió una movida, como otras veces. Lo planteé a quienes correspondía, como corresponde. Aceptaron el planteo, como esperaba. Y pensé el texto de presentación, como de costumbre.
Es un proyecto para intercambiar, prestar, compartir, confiar, debatir, desconfiar, opinar, discutir, sugerir, escuchar, ofrecer, aceptar, tomar, coincidir, recibir, acordar, contrastar, conversar, consultar, disfrutar, traer, aprender, llevar, conocer y, principalmente, leer.
El texto lo pergeñé: lo ideé, lo diagramé, lo pensé, lo bosquejé, lo escribí, lo reestructuré, lo pulí, lo repasé, lo expandí, lo adorné, lo decoré, lo tipeé y, finalmente, lo publiqué.
Y ustedes, desalmados, ni siquiera lo leyeron.