jueves, 12 de marzo de 2009

OMNI - objeto masticador no identificado

Con cierta frecuencia escucho en el trabajo comentarios o quejas de alguien a quien le desapareció alguna comida o bebida que había dejado en la cocina.

Me tienta sobremanera pegar este cartelito tanto en el exterior como en el interior de la puerta de la heladera.



estimado enano de la heladera:

entiendo que puedas olvidarte sistemáticamente de que en algún horario no planeado te agarrará un hambre feroz y que, una vez más, no te hayas provisto de un yogurt para superar el momento. o que, otra vez, te haya agarrado la noche en la oficina y no te haya sobrado nada del mediodía para suplir la cena.

puedo entender que el hambre atroz haya atacado tus vísceras y no hayas tenido tiempo para abastecerte. o que hayan cerrado todos los negocios de la zona para comprar algo que alimente.

que, para no desfallecer, hayas decidido explorar la heladera y liquidar algún tupper a medio terminar o un yogurcito que alguien dejó para otro día.

lo que no puedo entender es que no tengas el decoro de dejar anotado algo como: "terminé el exceso de almuerzo que alguien se trajo en un tupper azul con tapa transparente. estaba rico". o: "me clavé un yogurcito dietético de fresas que se encontraba en la heladera. estaba vencido".

tampoco puedo entender que olvides reponer lo que te tragoneaste.

sé bueno: dejá de atacar alimentos ajenos. hoy comemos milanesa y yogursito. mañana, quién dice, pasan a gustarnos los enanitos.

saludos,
tus compañeros.

4 comentarios:

  1. De las cosas que no creo, la de alguien comiéndose sobras "tupperizadas" y ajenas, tiene que estar en el top ten. Para mí que están siendo cobayos de un experimento social de la UBA y no se acuerdan que de firmaron voluntarios.

    Dejando de lado mi escepticismo, solucionaría el problema de "Los Reyes Magos" envenenando el festín, si alguien cae enfermo o presenta palidez después de repetidas visitas a los relucientes baños, ya tienen a su invasor/a, quedando habilitados para desenfundar antorchas y preparar la hoguera. La opción menos medieval pero aburrida, sería poner un cartel invitando a hincar los dientes pero advirtiendo de que una porción de las delicias está positivamente adulterada.

    ResponderEliminar
  2. Hola Adrián!
    ¿Viste? inimaginable hasta que escuchás con tus propios ojos a uno quejándose de que le comieron dos de sus tres milanesas caseras para el almuerzo.
    Lo del experimento puede ser... Tal vez la empresa firmó un contrato aportando voluntarios y, obviamente, no nos dijo nada. Y clink caja a costa de algún morfeta compulsivo (y de los que dejan el tupper).
    Es cierto que la idea menos medieval desanimaría al ladronzuelo de gallinas, pero esto de que requiera un cartel... cof cof... me tienta más que descubrirlo...

    ResponderEliminar
  3. Algo similar pasa con las galletitas olvidadas en los escritorios. Hay algunos que rondan la oficina buscándolas en horarios nocturnos. La diferencia principal con los saqueadores de la heladera está en que no les importa ser vistos, y justifican sus acciones con frases como "después le repongo el paquete",
    o "y bueno, es que no almorcé", o definitivamente la mejor que escuché: "ya me conocen, saben que no tienen que dejar galletitas a la vista"

    ResponderEliminar
  4. jajajaja buenísimo! al menos ese enano glotón da la cara. eso ya lo hace pertenecer a otra categoría, al menos a la de objetos masticadores identificados.

    ResponderEliminar