jueves, 28 de mayo de 2009

palabras de sobra

Días atrás hicimos una cena con unas invitadas especiales: las redundancias. Pese a que son amigas desde hace muchos años, con el tiempo nos hemos dejado de frecuentar aunque, no por eso, dejaron de estar presentes en nuestros recuerdos. Y lo saben. Justamente por eso aceptaron la invitación.

Llevó tiempo coordinar para que vinieran tantas, pero lo logramos. Y nos sentimos dichosos por ello. Por nuestro comedor desfilaron ResultadoFinal, LapsoDeTiempo y la siempre comiquísima y de buen humor AmbosDos. Las legendarias gemelas SubirArriba y BajarAbajo llegaron en un mismo auto con sus primas, también gemelas, EntrarAdentro y SalirAfuera. Para ahorrar nafta, según nos explicarían más tarde. No faltaron a la reunión YoPersonalmente ni YoEnLoPersonal -quienes están siempre atareadísimas y con agenda completa-; tampoco PreverConAntelación, aunque llegó un poco demorada. Ellas no fueron las únicas presentes, pero si me pongo a mencionarlas a todas no acabo más.

La comida fue informal, claro, porque así son ellas. Unas papitas fritas, unos palitos salados, unos manicitos. De tomar: agüita y apenas vinito. Charlamos largo rato sobre BueyesPerdidos y LaMarEnCoche, quienes no fueron de la partida pero siguen en contacto con varias de las redundancias. Reímos mucho, nos pusimos serios, jugamos un poco, bailamos en una pata, perseguimos sapos en el jardín del fondo y nos asomamos al balcón a gritarle a los transeúntes. Cuando las velas comenzaron a menguar, se retiraron con disimulo. La primera en marcharse fue HaceTantoTiempoAtrás quien, más temprano, había comentado que tenía una cita. No aclaró dónde ni con quién; nosotros, suponiendo que sería por pudor o privacidad, preferimos no preguntar más. Nuestra suposición fue errada y lo supe recién al día siguiente: le harían una nota y saldría publicada en el diario. ¡Qué redundancia más modesta!



miércoles, 27 de mayo de 2009

por una corchea

Platero era uno de los cuatro. Tenía la voz grave y cantaba en re sostenido por una corchea. Un bochorno, convengamos. Por suerte la discográfica decidió grabarlo a 75rpm y se lo puede oír cantando rápido y con voz aguda. Escuchar The great pretender dejó de ser una angustia y pasó a ser una fiesta. El resto de la banda decidió, entonces, quitarle su apoyo y procedieron a retirarle la corchea. Fue ahí cuando se fue al piso y se hundió en el lodo. Nadie lo sabía, pero la sala de ensayo estaba montada en un gran pantanal. Hediondo y con musgo hasta en los pulmones, comenzó su derrotero lo mismo por hospitales públicos que por programas de chimentos en televisión. Contó sobre la relación de los cuatro, de los cuartos y de los dobles. Sobre los conciertos al aire libre y sobre los conciertos a sala llena en luna nueva. Tanto delirio desparramó, que hasta el musgo decidió abandonarlo. Volvió a su salud, a su tono y a sus 45rpm. El público volvió a aplaudirlo con entusiasmo, a llenar teatros y a vaciar bateas. Hoy duerme en una piscina acompañado por un delfín bipolar. Las cartas que recibe las responde al mediodía y al destinatario equivocado. Aún así, en los colegios siguen leyendo su historia, escrita por Juan Ramón Jiménez.


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lunes, 25 de mayo de 2009

asediados

La situación empeora. Los cruceros lograron llegar a destino y el combate permanente me impide escribirle con la frecuencia que Ud. se merece. Ya no distingo el sonido de las metrallas del que emiten los cañones... tal es el barullo que retumba en nuestras cabezas. Entendí por la carta que me envió tiempo atrás (puedo pensar que pasaron años...) que está por desembarcar en nuestras costas. Que Dios me sostenga para volver a verle.

Mi gata, de a poco, va aprendiendo a comer chocolate. Las encomiendas no están llegando y su alimento balanceado se terminó, junto con las ratas y los pájaros que cazamos el otro día. Ahora fraccionamos la comida de modo que ella coma un día y yo otro, tratando de cubrir todos los días entre las dos... está de flaca la pobre. Parece una laucha. Sólo yo sé lo que la pobre daría por una barra de cereales.

Como si fuera poco, la escasa lectura que me distrae en el entretiempo no me da más que sinsabores. A estos años de mi vida me vengo a enterar que aquella Dulcinea del Toboso, como me llamaba un tío en mis años mozos, no es la doncella encantadora y respetable que siempre imaginé. No sólo es una "moza de pelo en pecho" sino que se llama Aldonza Lorenzo. Mi desconsuelo es atroz. Mi pobre gata no hace más que hacer fiesta y traerme conejos en la boca para que no recuerde. Pero no puedo olvidar aquella canción con la que crecí, que decía así (permítame que se la cante, por favor).

Dulcinea del Toboso,
si te gusta esta canción
no te olvides que a nosotros
nos gusta el Mantecol.

...........cómo duele recordarla. Pero dicen que así se saca la congoja del alma. Gracias por escuchar.

Pero por favor... no quiero entretenerlo más con mis penas. Cuénteme por favor cómo van sus negocios. ¿Logró convencer a la gente de la importancia de tener un bolígrafo para escribir bajo el agua? Yo me sigo felicitando por haberle creído. Los permanentes aguaceros que vivimos no me impiden contarle mis desgracias. Supongo que ellos también se darán cuenta de lo que es tener una verdadera ventaja en el bolsillo. ¿Y esa red de la que me había hablado? ¿Logró que esa buena señora entrara en razones y la construyera? Haré lo que necesite por convencerla. Si precisa, avíseme. Y por favor.. bájese de esa bicicleta, que ya me está poniendo incómoda: no hace falta que lea mi carta montado en ella.

escrito en febrero de 2004

domingo, 24 de mayo de 2009

con olor a riel, parte 2

-Llegamos al andén con planes para una recorrida que nos ocuparía lo que quedaba de día. Estábamos a punto de sacar los boletos cuando se nos acerca una señora y en un perfecto alemán que no comprendimos nos regala dos pasajes para todo el día y para dos de las secciones en las que se dividen las estaciones de la ciudad de Berlín. Locos de contento (no nos imaginábamos que la gente regalara el boleto cuando no lo necesitaba más) consultamos el mapa para ver hasta dónde podíamos llegar y decidimos ir a los puntos más alejados posible. Así, en un primer intento llegamos a una zona fabril sin mucho recorrido turístico posible, pero de donde nos llevamos la imagen de la fábrica de Osram (que hasta ese momento creí que era argentina) y donde pudimos corroborar que de verdad las fábricas tienen chimeneas. La segunda parada fue en Spandau, un ¿barrio? chiquitísimo donde también vimos que son de verdad las casas alemanas de las figuritas. Para completar la recorrida decidimos ir a pie hasta una estación de subte relativamente cercana y en el camino descubrimos la Zitadelle, un castillo que no sólo fue usado durante el nazismo como edificio militar y laboratorio químico para armas químicas, sino que además alberga una colonia de diez mil murciélagos frugívoros. Entramos y lo visitamos, y recorrimos los parques crujientes de castañas espiando una incipiente recepción de matrimonio. Hermoso día. Gracias, señora anónima.

-Un frío de terror y una lluvia espantosa hicieron que nos decidiéramos por hacer una serie de combinaciones en la red de subtes londinenses para llegar a algún sitio. Dejando atrás la estación Z, bajamos en la estación A para combinar con la B. Doblamos a la izquierda, a la derecha, subimos, y volvimos a doblar quién sabe cuántas veces. Siempre siguiendo los carteles indicativos que, dicho sea de paso, eran más que claros y enumeraban las estaciones siguientes, podando estratégicamente aquéllas por las que ya había pasado el tren que llegaría al andén. Llegamos al andén de la estación B. Llega el subte. Nos subimos. Escucho por el altavoz que nombran la siguiente estación. Me quedo pensando en el modo en que pronunciaron ese nombre y en tratar de relacionarlo con el que sabía que llevaba la estación siguiente cuando veo que estábamos llegando a... la estación Z. Sin mucha explicación, y de un tirón de mangas, arrastré a F. y nos bajamos del tren. Y volvimos a empezar con gustito a dejà vu. Por suerte no fue un círculo eterno y algún día volvimos a Buenos Aires.

viernes, 22 de mayo de 2009

con olor a riel, parte 1

-En un rato hicimos el trayecto Madrid-Toledo con el tren de alta velocidad. Rato demasiado corto para el sueño que teníamos, por cierto. A medio despabilar bajamos del tren con el malón de turistas, dispuestos a conocer el lugar en unas horas. Con actitud tambaleante nos encaminábamos a una de las puertas de salida de la estación cuando vimos que se nos acercaban dos señores, muy trajeados ellos y con los ojos protegidos por unos oscurísimos anteojos negros, diciéndonos "documentos por favor". Ante nuestra cara de pavor y nuestra nula respuesta, empezaron a improvisar en inglés. "Document plis, document plis" mientras sacaban unas placas policiales. Los dos nos quedamos calladísimos y los miramos tratando de entender qué pasaba. Por mi parte, de inmediato se me apareció la palabra "estafadores". Como sólo viajé con pasaporte y no lo llevaba encima, me limité a contestar, con absoluta tranquilidad, exactamente eso: que no lo tenía encima. F., en cambio, tenía su cédula de Mercosur, que enseñó sin mayor demora y con misma sospecha que yo. Los sorprendidos pasaron a ser ellos al constatar que hablando castellano no habíamos respondido a su primer llamado. Miraron la cédula, nos reconocieron argentinos, me recomendaron que no anduviera sin documentos y nos desearon una linda jornada en la hermosa Toledo.
Todavía hoy me pregunto qué fue lo que pasó. ¿Qué querían esos tipos?

-Dejábamos Roma con la alegría de conocer, en unas pocas horas más, a una parte de la familia. Fantaseando con que el camarote quedara sólo para nosotros, como ya nos había sucedido en otra oportunidad, llega un chico de unos 25 años y ocupa su puesto, poniendo fin a nuestros escenarios imaginarios. De inmediato se nos pone a charlar. Que de dónde son, que a dónde van, que 'come mai a Rosarno', que qué vamos a hacer ahí, que qué edad tenemos, que... En un momento me frené. ¿Por qué tanta información? ¿Qué hago contestando? Así que acometí con preguntas para él. Nos contó que era licenciado en ciencias políticas y venía de hacer un magister en terrorismo. Abrió su laptop y nos preguntó si queríamos chequear nuestros mails. Pasado el primer "no, gracias" tuvieron que seguir como diez más, cada vez con una justificación diferente. Ey... ¿Qué tanta insistencia?
¿Soy paranoica o me siguen de verdad?

-Única salida nocturna en Berlín. Nuestro destino: el boliche de un sello electrónico en una ex fábrica. El grupo era cuantioso. Seríamos cerca de quince y apenas nos acabábamos de conocer. Llegó el subte. En el vagón al que nos subimos había una banda de pibes con guitarras cantando alguna canción de los Beatles. Nuestro grupo se sumó con alaridos de genuina alegría y magullado inglés. La guitarra se bajó en la siguiente estación, agradeciéndonos el extra de coros. Nosotros, sus cuerdas.

sábado, 16 de mayo de 2009

de tan barato que es, terminan debiéndote un toco de plata (*)

Lo que nos trae hoy, más que una cuestión ortográfica, es una cuestión matemática.

En los inicios de nuestra educación algebraica nos enseñan, entre otras cosas, a multiplicar. Y en esos momentos nos dicen que el producto puede reemplazarse por la palabra 'veces' ('por' para los amigos). Así, "2 x 3" puede leerse como "el producto entre 2 y 3" o como "2 veces 3", si bien todos terminamos leyéndolo como "2 por 3".

Si uno continúa yendo al colegio, aparecen las clases donde nos enseñan los números racionales ('fracciones' para los amigos), esos que llevan numerador y denominador, aunque nunca terminemos de recordar cuál es cuál y, cuando tenemos que referirnos a alguno de ellos, tiramos una de las dos palabras al azar, a veces con la pésima suerte de que nuestro interlocutor sí los recuerde y reconozca y nos marque el error. 'Pero qué distraída, me confudí' finge una y sigue hablando sin recordar, una vez más, cuál era cuál. Pues bien, estos magníficos numeritos, que tienen la particularidad de poder representar algunos números que, si quisiéramos escribirlos con todos sus decimales, gastaríamos la vida y montones de lapiceras sin llegar a escribir el valor exacto (si no se convencen, intenten escribir el valor de 1/3), nos sirven, entre tantas cosas, para graficar porciones del completo de algo.

Seguimos avanzando en nuestra educación y nos llega la hora en que nos explican lo de las ecuaciones y sus despejes. Y ahí se nos aparecen relacionados el producto y la fracción.

Hecho todo este repaso, volvamos al punto de partida. Si alguien me dice que A pesa cuatro veces más que B, puedo escribir esto algebraicamente como A = 4 x B. ¿Y si me dicen que A pesa cuatro veces menos que B? Haciendo montones de piruetas para que no se me retobe el lápiz, consigo escribir esta frase como: A = B - 4 x B, o sea que A = -3 x B. Y de esta esta otra forma, que no es equivalente pero que creo que es más acertada a lo que están pensado cuando me lo dicen: A = -4 x B.

Entonces: si comprar en el Mercado Central cuesta 4 veces menos, ¿no deberían darme en plata 3 ó 4 veces (según cuál de las dos interpretaciones del párrafo anterior elijamos) lo que compré en mercadería? Se me ocurre que, quien escribió el título, pensó primero en que cuesta cuatro veces más comprar en una verdulería que en el mercado central, pero prefirió dar vuelta la frase cambiando el más por menos. Y esto no pasa por no acordarse de si el denominador va a abajo y el numerador arriba o al revés, sino porque, o bien no se llegó a aprender esto de las ecuaciones y sus despejes, o bien porque se lo olvidaron por completo.



He conversado largamente de este asunto con un pensador contemporáneo quien me señaló que, además, usar la palabra más, en estos casos, nos lleva a una redundancia. Y a la confusión de que creamos que lo que aumenta es el más y no el veces. De ahí que reemplacemos el más por menos en lugar del veces por partes. Clarísimo. Acertadísimo. Brevísimo. Pero si ponía esto solo, no sólo iba a escribir únicamente algo que dijo otro, sino que iba a ser demasiado sintético. Y la síntesis, como ven, no es muy amiga de este blog.

Afortunadamente, el mismo día de la noticia de arriba, encontré este mismo caso pero en la forma correcta.



Se aceptan críticas matemáticas con su correspondiente demostración por inducción.

(*) no me digan que toco no se usa más...


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