tag:blogger.com,1999:blog-78798759944392295842024-02-07T14:45:10.990-03:00Con una golondrina en el motorSilvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.comBlogger65125tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-71579168289917109942015-08-27T23:32:00.000-03:002015-08-27T23:36:12.528-03:0060 añosTendría dos puñados de años cuando un día le pedí a mi papá que me prestara un libro de SU biblioteca porque no sabía qué leer. Fue así como llegó a mis manos <i>mi primer</i> Bradbury. Desde entonces, las imágenes de Marte -todas ellas: las desoladas, las pobladas al estilo marciano, las pobladas al estilo terrestre- me acompañan. También me acompañan las soledades y las sorpresas de los expedicionarios. Y las defensas -psicológicas- de los marcianos. Y las esperanzas renovadas de los nuevos pobladores de un Marte ya habitable, auto exiliados ellos después de tanta segregación e injusticia vividas en la Tierra.<br>
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Será por esas imágenes que me acompañan, que las imágenes del Curiosity no me sorprenden. Será por esas soledades y sorpresas y defensas, que habitar Marte no me entusiasma.<br>
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Pasaron los años. Leídos muchos libros de Bradbury, llegaron otros autores y otros géneros. Hasta que un día volvió a llegar un Minotauro particular. Esta vez como regalo. De manos de Federico. Hacía poco que nos conocíamos. Con Federico. Se me apareció con un K-Dick (porque estos libros son como los cuadros: un Dalí, un Bodoc). Yo no lo conocía. A K-Dick. Aunque lo había visto en las librerías, sospechaba que era un autor de trilogías de moda. Pero no. Y fue leerlo y habitar otra vez esos mundos alternativos donde las ideas se mezclan con las costumbres y te revuelven la forma de ver la vida.<br>
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Dos libros: el uno, primera edición con arrugas, el olor de los ácaros y una historia a sus espaldas, pero también una historia por delante, porque era el primer libro que editaba Minotauro; el otro, impecable, recién salido de la librería, el olor a nuevo, con toda una historia por ser escrita, pero con muchos años de Minotauro sobre las espaldas. Los dos me marcaron un rumbo: el universo de la ciencia ficción, el primero; una persona con la que compartir la vida, el segundo.<br>
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Minotauro cumple 60 años. Gracias por cumplir años, Minotauro. Feliz cumpleaños.Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-31492198715828426232014-12-22T17:17:00.000-03:002014-12-22T17:17:08.632-03:00Horacio FerrerCon la tristeza del tango pero con la alegría de su poesía, despido al poeta cuyos versos dieron nombre a este blog. <a href="http://conunagolondrinaenelmotor.blogspot.com/2009/02/de-estreno.html">Aquí</a>, en este post inicial, están las razones del nombre <b>Con una golondrina en el motor</b> y la mención de la intención de que éste fuera un espacio de optimismo y pasión. Con felicidad, años después, vengo a releer esas palabras que vaticinaron lo que finalmente fue: un espacio que me desató la pasión por la escritura. El optimismo fue llegando a medida que vi que se puede cambiar y elegir nuevas cosas y animarse a mucho más. Desde este blog, tiro sombreros y claveles al aire para decirle adiós a Horacio Ferrer.Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-35834983020769487072011-05-07T22:12:00.002-03:002011-05-07T22:21:01.419-03:00escribir escribiendoParece una burla: busco desintoxicarme de la vida frente al monitor paseando por jardines y recogiendo frutos de árboles extraños y la consecuencia inmediata es una feroz necesidad de ponerme a escribir (frente a la máquina, por supuesto, que de lo contrario tardaría años). Pero no de ese “escribir algo en particular” sino de escribir como mero ejercicio de volcar la cabeza en un papel con lo que quiera surgir de ella y abandonarme a ese relajo en que quedo cuando consigo empezar un texto que puede ser continuado trazando el camino que a él se le antoje.<br />Encontrar ese momento en que la ansiedad -la permanente, la que es ansiedad de cualquier cosa- se sosiega y se pueden cerrar chats, cuentas de correo y el sinnúmero de ventanas de entretenimiento de lo más efímero abiertas en el navegador, es similar al que se debe sentir al iniciar una escalada: uno siente que todo lo demás puede esperar y que en el presente sólo está lo que tenemos enfrente: la hoja en blanco, la montaña interminable. El proceso de alcanzar la cima es de una concentración tal que hace que te olvides de que el tiempo es finito y que, mientras estás escribiendo, claramente no estás llevando a cabo tu imposible meta de leer todos los libros del mundo; ni de cocinar todos los platos que alguna vez quisiste servir en una mesa; ni de escuchar una vez más esas canciones tan hermosas que te erizan la piel; ni de ponerte al día con los discos que jamás escuchaste; ni de.... Estás escribiendo y se terminó. Y es como sentarse a la orilla de un río y dejarse llevar por el sonido del agua en una tarde de sol y con frío, donde uno se siente tan bien y tan vivo que no concibe que exista algo llamado mundo.<br />Alcanzar la cima ya será haber agotado todo lo que la cabeza tenía para volcar, se haya convertido esto en un texto potable o no. La clave, como en el deporte, está en el ejercicio.<br />La permanente excusa que me lleva a no sentarme frente al teclado es la falta de ideas, aunque perfectamente sé que se trata de pereza. Y de golpe recuerdo un librito muy simpático, regalo que me hizo Fede en algún cumpleaños, que se llama “Escribir (una antología)” con frases de Henry D. Thoreau, en donde marqué una cita que me pareció muy interesante y que hoy resulta oportuna: “En cuanto a los temas de redacción, bajo el título ‘Miscelánea de pensamientos’, coloca a una [alumna] junto a una ventana para que anote lo que pasa en la calle, y haz que lo comente, o que mire al fuego, o a una esquina donde haya telarañas, y que filosofe, moralice, teorice o lo que sea”. Será cuestión de ponerlo en práctica y, tal vez así, sin ponerme un objetivo claro, consiga los textos que hace tiempo quiero que surjan y siguen sin emerger. Será cuestión de armar la carpeta “misceláneas de pensamientos”.<br /><br />Para terminar, dejo otra frase del mismo escritor y que puede servir como motor de ideas: “En el perímetro de las costillas de un hombre hay espacio y lugar suficiente para cualquier biografía”.<br /><br />Hasta pronto.<br /><br /><a href="http://www.safecreative.org/work/1105089161624" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" rel="cc:license"><img src="http://resources.safecreative.org/work/1105089161624/label/standard-72" style="border:0;" alt="Safe Creative #1105089161624"/></a>Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-12597753494370700492010-08-26T01:04:00.004-03:002010-08-26T20:01:56.334-03:00el capitalTe despertaste hace cinco minutos. Encendés la radio. Justo están pasando un tema que te fascina. Lo escuchás, lo tarareás, lo bailás mientras vas armando la cartera para salir -no olvidar hebillas y cosméticos para los retoques de la jornada-. El tema termina y sigue otro que tanto no te gusta. Te distraés, seguís en tus cosas y, casi sin darte cuenta, te fumás una tanda publicitaria.<br />Te levantaste temprano para no salir a las corridas. Con la radio todavía encendida te servís un cafecito recién preparado y te disponés a desayunar con el diario que te dejaron en la puerta de calle. Entre noticias y medialunas te tragás unos cuantos anuncios de aseguradoras de autos, ferreterías y promociones de supermercado.<br />Encendés la televisión para ver la temperatura -la cartera está lista, pero vos seguís en camisón-. Están en propaganda y, mientras esperás que regrese el noticiero tempranero, te enterás de los beneficios de tomar actron, activia, danonino en la plaza, yogurísimo caribeño y otros productos lácteos combinables con la mañana.<br />Vestida, el pelo seco, el abrigo bien apretado y la cartera al hombro, estás lista para salir. Lo primero que ves al pisar la vereda es el anuncio de la nueva película para párvulos que está anunciada en la construcción que hay frente a tu casa. No le prestás atención, pero te llegó a la retina y el título ya no te resultará absolutamente desconocido cuando alguien te lo mencione. El camino al tren es una sucesión de avisos de jabón en polvo, promociones de celular, espectáculos culturales varios, la nueva línea de autos de Toyota, el irresistible perfume de Antonio Banderas y calzoncillos sexis de señores sin cara. Vas alternando carteles con caras de sueño y te vas imaginando quiénes consumen cuáles de esos productos que nunca probaste.<br />Llegás al tren. Hoy te toca un viaje hacia la zona norte y el andén está repleto aunque, por suerte, no hay que esperar demasiado. Por supuesto que viajás parada -no calificás para que te den un asiento- y te agarrás de los pasamanos que tan amablemente se encargó Metrovías de recolocar. Te sorprendés al ver, en cada uno de ellos, la publicidad de programas deportivos de un canal de cable.<br />Tu jornada laboral te lleva de un edificio a otro. Te reunís en salas donde te sirven el café en tazas que cargan con el logo de la compañía con la que te toca interactuar. También lo tiene, a forma de membrete y con el slogan de la empresa, el papel donde van tomando nota tus interlocutores. Obvio: la birome también.<br />Terminadas todas tus actividades laborales, ya en la otra punta de la ciudad, estás lista para volver a casa.<br />Elegís el subte, que por la hora que es sabés que un colectivo te va a tener dos horas colgada del caño. Mientras esperás a que llegue -hay una espantosa demora por asuntos sindicales- vas escuchando -te negás a mirar- las publicidades de fideos, calmantes musculares y análisis de márketing que van pasando, sin fin y con exasperante repetición, en las pantallas estratégicamente distribuidas en los andenes. Zafaste del caño del bondi pero no de la lata de sardinas del vagón, paciencia.<br />Finalmente cerrás la puerta de tu casa. El día fue agotador y querés relajarte yendo al cine. Llamás a una amiga al celular -el teléfono de línea está en desuso-. Lo primero que te aparece en el auricular es el Destino Movistar, que una voz de locutor te serrucha al oído. Combinan película, lugar y horario y te disponés a relajarte quitándote los zapatos y soltándote el pelo.<br />Al cine llegan temprano porque si hay algo que disfrutás es ver los avances de los próximos estrenos. La cara de Darín te hace creer que un nuevo film lo tiene como protagónico. Notás que no, y sospechás que será una cinta sobre la historia de Buenos Aires, considerando que estamos en el año del bicentenario. Poco a poco te das cuenta de que tampoco, de que esos quince minutos en los que va hablando sólo van construyendo el comercial de los neumáticos Pirelli. Te sorprendés. Pero más te sorprenderá lo que queda por ver, película que elegiste inclusive.<br />La cama te está esperando y vos estabas esperándola también desde hacía rato. El café con tu amiga se extendió más de la cuenta porque había mucha información novedosa para pasarse una a la otra -por fin tu cerebro procesa información que le interesa-. Cuando tu cabeza se apoya en la almohada, un concepto te aparece claro frente a los ojos: ¿Cómo es posible que otros lucren con tu capacidad de ver y oír y que a vos no te llegue ni una rupia? Activás la imaginación e ideás tu próximo paso: colgarte una alcancía del cuello para que las empresas te paguen por cada publicidad que veas u oigas.<br /><br /><a href="http://www.safecreative.org/work/1008267149301" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" rel="cc:license"><img align="right" src="http://resources.safecreative.org/work/1008267149301/label/standard-72" style="border:0;" alt="Safe Creative #1008267149301"/></a>Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-13370448272854740412010-06-01T08:22:00.001-03:002010-06-01T08:22:00.317-03:00al jardín de la repúblicaEl día en que soñás que Mercedes Sosa está amasando empanadas en tu casa, te levantás con la sensación de que ese sueño no estaba destinado a vos; de que por algún error esas imágenes, que iban camino a otro paraíso onírico, se desbarrancaron y se colaron en tu habitación, metiéndose en tu historia ya comenzada. Y es cuando te levantás que empezás a tramar argumentos que expliquen su presencia en tu mundo imaginario. No es que te sorprenda que una celebridad se te aparezca en sueños, porque, digámoslo de una vez, no es la primera vez ni será la última. Pero... ¿amasando empanadas?<br /><br />Ya oí hablar de la teoría de que a todas las personas con las que soñamos las hemos visto alguna vez en la vida. La creo posible porque incluso las sensaciones que tengo en sueños son tan vívidas que estoy segura de que lo que sueño lo he vivido, tal vez en algún otro orden, tal vez con sentimientos asignados a otras situaciones, pero vivido al fin.<br /><br />Sin embargo nunca estuve en el amasado de empanadas. Mucho menos en compañía de Mercedes Sosa. Y no menciono que el ambiente me resulta totalmente desconocido porque no tiene nada de sorprendente. Y si ni situación ni lugar me resultan familiares, ¿de dónde saqué la imagen de alguien con mangas arremangadas y manos con harina, rodeado de arandelas de masa para el armado de un empanadaje masivo con miras a algún evento cercano y desconocido, para luego atribuírsela a la figura de Mercedes Sosa con su eterna pollera? No digo que la imagen no tenga sentido, no señor, válgame Dios, que si alguien pregonó por las empanadas, ha sido ella en su condición de tucumana. De hecho, no se me ocurre mejor representante para tan sublime alimento. Pero así y todo, que se me apareciera una noche de verano, sin esa comida ni su música de por medio, no me cierra. Me pregunto si su hijo estaría cerca y tuvimos intersección de espacios oníricos. Tal vez un nieto que la recordaba con melancolía en aquella situación, ahora que no está más con nosotros. ¿Quién sabe? Es algo que explicaría cabalmente la imagen tan familiar que acudió a mí aquella noche. La pregunta que me surge ahora es ¿cuál de mis experiencias reales le habrá tocado ver a él? ¿Qué parte de mi vida se le reveló al otro en el encuentro de universos?<br /><br />En otra oportunidad les cuento de la teoría de los sueños que se apilan en los sitios donde el plumero no alcanza a limpiar. Pero será argumento de otra conversación con ustedes y con el más allá.<br /><br /><a href="http://www.safecreative.org/work/1005276423927" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" rel="cc:license"><img align="right" src="http://resources.safecreative.org/work/1005276423927/label/standard-72" style="border:0;" alt="Safe Creative #1005276423927"/></a>Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-34418924196751568842010-05-25T03:20:00.003-03:002010-05-30T21:47:32.677-03:00la verdad o la guerraDesde hacía algún tiempo en este blog nos veníamos preguntando una y otra vez por qué Mambrú se habría ido a la guerra. Como las incertidumbres nos abruman y angustian, partimos a tierras lejanas con ese interrogante en mente y como lanza direccional, en busca de alguna respuesta que nos explicara por qué, ¿¡por qué!?, Mambrú se fue a la guerra (chiribín chiribín chin chin).<br /><br />Como nuestros pensamientos están en concordancia con el devenir de las situaciones, encontramos, días atrás y en una biblioteca situada en medio de un páramo, un documento que calificamos como vital para los avances de nuestras investigaciones. En él, Mambrú se dirige a un amigo contándole de sus decisiones y sus movimientos. La carta dice así:<br /><br />'Mi fiel amigo Ubuntu:<br />Lejano ya a las veladas de grapa y cigarros que compartíamos años atrás, me comunico contigo con el propósito de resucitar una amistad que tanto bien me ha hecho y, confío, tanto bien te ha hecho también a tí.<br />Mi vida viene siendo una juerga constante desde que, cansado del "cambiame la lamparita", "ayudame con las compras" y "¿cuándo vas a arreglar esta gotera?", decidí poner fin a mis días de tormento y, con un "Vieja, fijate que me tengo que ir, que se armó la rosca en los países conurbanos", lanzado desde la puerta del comedor, abandoné esposa y hogar para siempre jamás. No lo cuento con orgullo, ciertamente no. Pero ha sido una decisión tomada después de varias noches de meditación en el insomnio. Mi matrimonio estaba corroyendo mi paciencia y temí que mi vida se cortara abruptamente a causa de los nervios y los esfuerzos requeridos en mi rol de hombre y marido.<br />En la huida arrastré conmigo al marido de doña Catalina, el marqués, que se vino sin abandonar su espada autografiada por San Andrés. Se sumó de puro gusto y divertimento cuando entendió qué estaba sucediendo conmigo y cuál era mi propósito, aunque hoy creo que no tomó mi determinación en serio. Así fue como comenzamos nuestro periplo de taberna en taberna y de pueblo en pueblo. Al inicio no hubo más que diversión y confidencias, pero poco después, cuando el alcohol le pegaba mal al marqués, éste comenzaba a llorar y a decirme cuánto extrañaba a su mujer y a sus catorce hijos, a quienes enumeraba por orden de nacimiento y de quienes, en cada ocasión, mencionaba particularidades y hazañas. Las primeras veces que se dio esta situación escuché sus lamentos con atención de amigo, tratando de consolarlo recordándole los gratos momentos que veníamos pasando lejos de nuestras familias. Pero con el tiempo fui entendiendo que él no disfrutaba tanto como yo de la lejanía; y claro, yo no tenía hijos a quienes extrañar sino una esposa quejosa y reclamera que no me dejaba jugar a las cartas con los amigos en la mesa de los dados. Fue entonces que un buen día, con la misma determinación con que se vino conmigo, me informó que regresaba a su hogar, de donde nunca debía haberse ido siguiendo a un quijote frustrado y fracasado, y se fue, finalizando así siete años de correrías y aveturas. Supe, por boca de otro lugareño que encontré tiempo después en una pensión en que habité, que, como última jugarreta, el marqués le jugó un chascarrillo a su mujer al momento del encuentro, haciéndose pasar por otro y contándole de la muerte de su marido. ¡Qué tipazo! Se ve que en el camino le volvió el humor. Aún lo extraño.<br />Como mencionaba inicialmente, quisiera retomar nuestra amistad, no donde la he dejado sino donde se encuentre ahora. ¿Qué tienes para contarme, querido amigo? ¿Qué ha sido de tu vida y de nuestro pueblo?<br /><br />Me despido de ti enviándote un fuerte abrazo y dejándote una reflexión final, que me recito cada noche al acostarme:<br />Hay quienes se pasan la vida tratando de dominar a sus mujeres para su propio beneficio; yo, de farra. ¿Quién es más vivo?'<br /><br />Con ese interrogante cierra Mambrú su carta y nosotros el post, felices de enterarnos de que hubo Mambrú pero no guerra.<br /><br /><a href="http://www.safecreative.org/work/1005246377366" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" rel="cc:license"><img align="right" src="http://resources.safecreative.org/work/1005246377366/label/standard-72" style="border:0;" alt="Safe Creative #1005246377366"/></a><br /><br /><br><br />Fe de erratas: Paula me hizo notar que Catalina acusa 4 ó 6 hijos (según la versión que se encuentre) al afirmar que tiene 2/3 hijas mujeres y 2/3 hijos varones. Desde la redacción de Golondrina hemos revisado la carta con minuciosidad tratando de determinar si acaso habíamos confundido algún pliegue del manuscrito con un "1" delante del cuatro, y no. Claramente Mambrú menciona al Marqués hablando de 14 hijos. Con esto queda clarísimo que este señor, tan marido de Catalina, no sólo la dejó amurada durante 7 años con la mentira de la guerra sino que, además, ocupó ese tiempo en dejar, a modo de sendero, herederos que puedan reconstruir el camino de sus fechorías.<br />Gracias, Paula, por la observación.Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-65509798854342621282010-04-03T21:00:00.000-03:002010-04-03T21:02:08.865-03:00dulce y caseroDesde que unos estudios revelaron restos de esponja y virulana en nuestros estómagos, empezamos a tomarnos el asunto de los alimentos orgánicos con mayor seriedad. Si bien hasta el momento considerábamos que eso de pagar más por productos deformes y mal coloreados era una ingeniosa estafa para los habitantes de la ciudad, alejados desde hace mucho del arte de la labranza y el cultivo, decidimos hacer oídos sordos a nuestros prejuicios y a hacer uso de productos de granjas y huertas naturistas.<br />Claramente, la decisión vino acompañada por otra: la de frenar el ritmo de pedido de comida a domicilio y empezar a cocinar en casa. Con seguridad eso nos llevaría a una dieta con ingredientes controlados, aunque temíamos correr el riesgo de un desbalanceo nutricional interesante, justo lo que, dicen, se requiere para estar saludables y bien alimentados. Pero no nos amedrentamos: consultamos a varios especialistas y armamos la lista de lo que deberíamos comer periódicamente. Fue así que supimos lo que es comprar lentejas, garbanzos, zanahorias, calabazas, berros, puerros, apios, porotos y acelgas, entre muchísimas otras cosas, y a hacer uso de la cacerola y la olla a presión. Que la cocina se llenara de vapores y de aromas la casa fue un proceso encantador que disfrutamos con sorpresa y alegría.<br />El bife con ensalada y los pucheros ordinarios dieron paso a platos más sofisticados que fueron requiriendo de nosotros habilidades que habían sido olvidadas en botones y teclados. Con el reclamo (y el gusto) de quien se sabe descartado y luego necesitado, una a una fueron regresando a nuestras destrezas cotidianas.<br />Con habilidades e ingredientes en nuestro poder, el siguiente paso fue abandonar los fideos secos y empezar a amasar los frescos propios. Nunca habíamos comprado un paquete de harina y, de golpe, la alacena nos la mostraba de a montones con diversidad de ceros, prolijamente apilados y espolvoreados por su contenido. Entre sentirnos dentro de un programa de cocina o dentro de una casa de inmigrantes italianos de mediados del siglo XX, elegimos la última opción y pusimos manos a la obra. Con harina hasta en la nariz amasamos y dimos forma a spaghettis, fetucinis, agnolotis y hasta ravioles. Los ñoquis de papa, por supuesto, no se hicieron esperar.<br />Poco a poco desapareció también de los tickets de supermercado el pan y cualquier producto de panadería. Con horno suficientemente potente y un madrugón importante, la mañana arranca con panes recién cocinados, listos para ser acompañados por dulces caseros de frutas orgánicas, libres de pesticidas y agroquímicos. Y la tarde, en sintonía con la casa, nos propone siempre algún scon o bizcocho con el que acompañar un mate.<br /><br />La satisfacción de sabernos capaces de producir alimentos deliciosos con nuestras propias manos nos envalentonó para seguir adelante planteándonos nuevas metas. Y justamente en eso estoy. Ahora me levanto unas horas más temprano y, cuando el pan ya está crocante y con su miga mullida listo para ser desayunado, y el sol apenas se muestra en las ventanas de los edificios más altos, me pongo la campera de media estación y salgo a recorrer jardines y balcones en donde abunden las flores. Allí libro mi batalla diaria con colibríes, mariposas y abejas, en la que se imponen mi dedo prénsil y mi tamaño de humano. Definida la contienda y decididos los espacios, libo flores con pies y manos, consiguiendo acaparar la mayor cantidad de polen disponible en el espacio. En los últimos meses he acumulado unos cuantos frascos, que los enseño con argullo como trofeos por mi maña y por mi fuerza, vencedoras ambas de siglos de evolución de insectos especializados.<br />Lo que me falta y aún no consigo encontrar es quien me dé una receta para fabricar con ellos nuestra miel casera, último eslabón de nuestra soberbia cadena alimenticia.<br /><br /><a href="http://www.safecreative.org/work/1004045904131" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" rel="cc:license"><img align="right" src="http://resources.safecreative.org/work/1004045904131/label/standard-72" style="border:0;" alt="Safe Creative #1004045904131"/></a>Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-8449906291380557622010-03-12T03:45:00.000-03:002010-03-12T03:45:00.529-03:009_un grillito en el jardín<span style="font-weight:bold;">DÍA 9</span><br /><br />-¿Estás seguro de que desde esta distancia le acierto?<br /><br /><a href="http://www.safecreative.org/work/1003045686269" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" rel="cc:license"><img align="right" src="http://resources.safecreative.org/work/1003045686269/label/standard-72" style="border:0;" alt="Safe Creative #1003045686269"/></a>Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-88543436283596837412010-03-11T03:44:00.003-03:002010-03-11T03:44:00.999-03:008_un grillito en el jardín<span style="font-weight:bold;">DÍA 8</span><br /><br />-¿Viste que esta tarde había un colibrí dando vueltas por nuestras flores? Qué encanto de pajarito. Livianito y veloz. Viene a las flores, consigue lo que busca y sigue su camino. Qué diferente del grillo, que sigue ahí dale que te dale frotando las patas sin conseguir lo que busca, ¿no?. Por ahí tenemos suerte y el colibrí se lo lastra.Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-7741353629572771522010-03-10T03:43:00.001-03:002010-03-10T03:43:00.602-03:007_un grillito en el jardín<span style="font-weight:bold;">DÍA 7</span><br /><br />-Amoooor. ¿Los grillos no vuelan? ¿Por qué éste sigue en el mismo lugar desde hace días? ¿Se ofenderá si lo agarro de las patas y lo tiro en el terreno de los Brolsky? ¿Se ofenderán los Brolsky? ¿Vos qué decís? Mañana tengo que madrugar y no puedo quedarme entregada a mi memoria desencauzada. Por ahí tenemos suerte y hoy se calla temprano.Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-75961912471442090762010-03-09T04:00:00.001-03:002010-03-09T04:00:03.981-03:006_un grillito en el jardín<span style="font-weight:bold;">DÍA 6</span><br /><br />-Uff.. otra vez el grillo. A ver, Grillín... si querés conseguir novia esmerate y cantate algo nuevo, que esta serenata parece un disco rayado. O callate, porque a lo mejor no se te acercan porque sos un denso que no para de hablar. En fin... por ahí tenemos suerte y esta noche se te acerca una araña.Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-7855980291319975192010-03-08T03:41:00.001-03:002010-03-08T03:41:00.396-03:005_un grillito en el jardín<span style="font-weight:bold;">DÍA 5</span><br /><br />-No sé si notaste que Grillín anoche cantó hasta tarde. Sale de farra y nos hace trasnochar también a nosotros. El problema es que me sigue trayendo recuerdos y me cuelgo pensando. ¿Sabés? Tengo clarísima la imagen de una pared con tantos tantos grillos que parecía tapizada. Sé que estábamos de vacaciones y que volvíamos de cenar. Lo que no me acuerdo es dónde era... Tal vez Entre Ríos. ¿Vos creés que habrá grillos en Entre Ríos? Por ahí Grillín tiene suerte y consigue migrar para allá, donde seguro consigue novia.Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-6600338352250131462010-03-07T04:00:00.001-03:002010-03-07T04:00:02.202-03:004_un grillito en el jardín<span style="font-weight:bold;">DÍA 4</span><br /><br />-Uyyy... otra vez Grillín, ¿escuchás? ¿No te costó dormirte anoche? A mí un poco. Pero de todas formas estaba contenta de oírlo. Me hacía pensar en mi infancia, cuando los perseguía por el patio para agarrarlos de las patas. ¿No hacías eso con tus hermanos? Con las langostas también, pero daba más miedo de que se le quebraran las patas por la fuerza que hacían para escapar. Por ahí tiene suerte y los pibitos de abajo no lo encuentran para perseguirlo con sus maldades y travesuras.Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-51404595974443016792010-03-06T04:00:00.001-03:002010-03-06T04:00:01.090-03:003_un grillito en el jardín<span style="font-weight:bold;">DÍA 3</span><br /><br />-Jojo jaja. Parece que grillito no consigue novia. Otra vez con el violoncello. Poooobreee... es que con lo raro que es ver algo que no sea cucaracha, difícilmente consiga pareja. Por ahí tiene suerte y se le acerca una araña.Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-68167832241838175762010-03-05T04:00:00.001-03:002010-03-05T04:00:02.692-03:002_un grillito en el jardín<span style="font-weight:bold;">DÍA 2</span><br /><br />-¿Escuchás, amor? Otra vez el grillito. Hoy, que nos acostamos tempranito, vamos a dormirnos con un concierto de violín de fondo. ¿No es re romántico? Por ahí tenemos suerte y nos arrulla con su canto.Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-24485450052780372482010-03-04T04:00:00.001-03:002010-03-04T04:00:00.523-03:001_un grillito en el jardín<span style="font-weight:bold;">DÍA 1</span><br /><br />-¡Ay, amor! ¡Vení! ¡Escuchá! ¡Hay un grillito cantando en el jardín de abajo! ¿Cuánto pasó desde la última vez que oíste uno en esta ciudad cada vez más aséptica? ¡Qué grillito más lindo!<br />No sé qué pasó este verano, pero volví a ver un montón de bichines que hacía años que no veía. Vi mariposas, polillas diurnas y nocturnas, langostas, escarabajos, abejas y abejorros. ¡Hasta colibríes vi! Y ahora esto: un grillito cantando, qué ternura. ¿No querés que comamos en el balcón así lo oímos un rato mientras cenamos? Por ahí tenemos suerte y se manda una prolongada cantata, ¿no?Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-58538499244958014422010-03-01T11:10:00.000-03:002010-03-01T11:12:21.083-03:00circular asociados. por favor leerA nuestros señores asociados del club:<br /><br />Debido a la masiva concurrencia que venimos experimentando en los últimos meses, estamos analizando la posibilidad de abrir una nueva sede para una mejor distribución de asociados. Además, y debido a muchas observaciones que hemos ido recibiendo a lo largo de tantos años de existencia como organización, estamos definiendo unas nuevas normas para uso y circulación en el mismo. La primera de ellas será:<span style="font-weight:bold;"> no se puede andar desnudo por los vestuarios en actitud exhibicionista</span>. Sin embargo tememos, por esta norma, una gran deserción de socios. Por eso preguntamos: honestamente, con estas modificaciones, ¿ustedes seguirían viniendo?<br /><br />Atentamente,<br />la Administración<br /><br /><a href="http://www.safecreative.org/work/1003015660176" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" rel="cc:license"><img align="right" src="http://resources.safecreative.org/work/1003015660176/label/standard-72" style="border:0;" alt="Safe Creative #1003015660176"/></a>Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-77036011596569444282010-02-22T23:24:00.004-03:002010-02-23T00:08:08.705-03:00cuestión de género (literario)No saben lo que me pasó: la literatura esta vez dio una vuelta sobre su cola y me dejó mordiendo el polvo. No es que ahora me quiera hacer la crítica literaria, pero esto es demasiado para mi capacidad de asombro y NECESITO escribirlo acá.<br /><br />Es que acabo de abandonar el libro "El vagón de las mujeres", de Anita Nair y estoy con un poco de malestar atragantado. No puede ser que haya una plantilla de libros para tratar "temas femeninos". No lo quiero creer. Hace apenas un año terminaba "Nosotras que nos queremos tanto", de Marcela Serrano, como incursión en este tipo de literatura. Asombrosamente estos dos libros tienen exactamente el mismo esquema: un grupo de mujeres se reúnen, por azar o decisión, y llega al lector, directa o indirectamente, la historia de sus vidas: un glosario en el que están todos los estereotipos de la mujer sufrida: la que no se casa y es, por ello, vista con malos ojos por los demás; la que es sometida por el marido; la que es obligada a abortar (en este libro un solo personaje tuvo que hacerse cargo de estas dos últimas penurias); la "enamorada" de su marido y casi feliz del matrimonio (esta no es sufrida, pero lo es a los ojos de las demás que la ven como abnegada sometida, de ahí las comillas a enamorada); la revolucionaria que se anima a desafiar a todos y hacer lo que se le antoja, y demás personajes que no alcancé a conocer porque preferí dejarlo a mitad de camino teniendo en cuenta que el libro ya lo leí pero con mujeres de Chile y una época de dictadura militar (en éste la dictadura viene a ser la religión y transcurre en la India).<br /><br />Me soreprendió encontrar una vez más un libro que se encarga de enumerar todas las injusticias sociales por las que pasan las mujeres creando claramente personajes ad-hoc(*) para exaltar la fortaleza de que son (somos) capaces. Entiendo que haya lugares donde estos libros son aún necesarios, pero la verdad que me parece anacrónico para la Ciudad de Buenos Aires de 2010 donde la fortaleza de las mujeres está clara en cuanto son (somos) consideradas personas capaces y responsables de todo, aunque sigan repartiéndose asimétricamente las tareas del hogar y los salarios por igual desempeño (doy fe). O sea, el asunto de la desigualdad existe, no digo que no. Pero me parece que de este tipo de asuntos estamos algunos pasos más allá (no es extraño que las mujeres trabajen y los hombres se encarguen de tareas domésticas) y estos libros no tienen nada de revolucionarios (ya séeee ya séee no lo escribieron acá, sólo me refiero al hecho de leerlos acá).<br /><br />Sin embargo hay cosas que rescato: que, aunque parezca una matriz donde ponés los "temas femeninos a tratar" y después generás los personajes para armar el libro, el hecho de que los temas sean los mismos hace que me asombre que se haya tratado a la mujer de igual modo en muchas culturas. Que el listado de temas y las críticas sociales sean las mismas en países tan distantes no me parece un tema menor: habla de cuán global se están volviendo las miradas culturales. Finalmente, está bueno conocer un poco la cultura de la autora, aunque vea que es una cultura manipulada y un poco tuerta. Tuerta porque casualmente todos los personajes tienen un rol de víctima de los mandatos sociales y no se encuentra ninguno (femenino) que haya visto la parte ventajosa del rol que ejerció o que haya disfrutado de su vida dentro de esos esquemas. Porque creo que ellas también están (y tengo a mi abuela de modelo).<br /><br />Tuve la sensación permanente de que estaban tratando de taladrarme el coco mostrándome a unas pobres víctimas (¡malditos! ¡miren lo que les hacen!) para que se viera su estoicismo, y no creo necesario lo uno para lo otro. Además, me parece un método manipulador con el que me subestiman como lectora y como persona: como lectora como si no pudiera darme cuenta de lo que el autor quiere remarcar si no lo hace de manera obvia; como persona como si necesitara que el escritor me señalara con el dedo qué cosas están bien y qué cosas mal. Creo que es más impactante y efectivo un libro que muestra las injusticias como algo natural (incluso para quien las padece) sin que el autor se muestre horrorizado; no es necesario un manual de moralejas sobre qué cosas hay que tolerar de la sociedad y qué cosas no.<br /><br /><br />Chau, me voy antes de que me tiren con algo las mujeres.<br /><br />(*) En este libro, el de Nair, al menos los personajes no son traídos tan forzosamente y de los pelos como sucedía en el de Serrano.<br /><br /><a href="http://www.safecreative.org/work/1002235604960" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" rel="cc:license"><img align="right" src="http://resources.safecreative.org/work/1002235604960/label/standard-72" style="border:0;" alt="Safe Creative #1002235604960"/></a>Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-85102955062546270312010-02-18T22:10:00.003-03:002010-02-19T08:26:03.428-03:00rutinas"Nos gustaba realizar construcciones que llamábamos "módulos". En una papeletita escribíamos en versos sencillos tres o cuatro frases, en las cuales tratábamos de engastar un pequeño fragmento del mosaico del mundo, a la manera como se engastan piedras en metales. También al construir aquellos módulos empezábamos con las plantas, y siguiendo aquel camino llegamos cada vez más lejos. Describíamos de ese modo las cosas y sus metamorfosis, desde el grano de arena hasta los acantilados de mármol y desde el segundo fugaz hasta las estaciones del año. Al atardecer nos pasábamos el uno al otro las papeletas y, una vez leídas, las arrojábamos al fuego que ardía en la chimenea."<br />Ernst Jünger - Sobre los acantilados de mármol<br /><br />Llegó a mis manos, de parte de y recomendado por alguien a quien acababa de saludar por primera vez en mi vida, un libro en el que me encontré en múltiples hojas. La magia de la literatura se hace presente incluso de esta manera, y me hace feliz saber que supe encaminar mi vida de manera que me llevó a estar en el lugar y momento precisos para que me tocara con su brillo.<br /><br />Del narrador, la pasión por las plantas y su colección de hojas fue lo primero que encontré cercano a mí. Y cuando describió la rutina-ritual que llevaba a cabo con su hermano quedé conmovida recordando mi relación con mi hermana en nuestros años de infancia y adolescencia.<br /><br />Definitivamente nuestras noches respondían a un patrón. Como si se tratara de una rutina organizada extendíamos la jornada hasta las dos de la mañana, hora en que terminaba el programa de radio que escuchábamos religiosamente mientras hacíamos tareas escolares o poníamos orden en nuestra habitación. Recién después cambiábamos el dial a una radio musical y nos disponíamos a acostarnos. Pero por más cansancio que tuviéramos, y por más que hubiéramos pasado el día juntas, todavía nos quedaban conversaciones por cerrar, cuando no por iniciar. Así, la oscuridad del cuarto se iba llenando con charlas que viajaban de una cama a la otra y que, conforme pasaban los minutos, iban transformándose en frases jocosas que terminaban en estridentes risotadas, las cuales, inevitablemente, se sofocaban luego del infaltable pedido de silencio (a gritos) por parte de nuestras hermanas desde la habitación vecina. Las risas frenaban pero no la charla, que se extendía hasta que era vencida por el sueño.<br /><br />A la mañana siguiente la pregunta era siempre la misma: ¿quién se durmió primera? Hasta estos días sigue abierto el misterio de cómo sería la dinámica del fin de nuestras conversaciones. ¿Sería que una se dormía mientras la otra hablaba? Y la que se quedaba hablando, ¿se daría cuenta? ¿O se quedaba dormida esperando respuesta? ¿O sería que se quedaba dormida mientras trataba de hilvanar la siguiente frase y, mientras tanto, también sucumbia la otra? Lo cierto es que eran muchas las veces en que nos dormíamos sin habernos despedido con el propósito de terminar el día.<br /><br />Hoy, esporádicamente, me siguen agarrando ataques de risa y verborragia cuando apoyo la cabeza en la almohada. Y no puedo evitar recordar con nostalgia la sintonía con mi hermana en aquellas noches de adolescentes, cuando no nos importaba tener que levantarnos de madrugada para salir al colegio y preferíamos seguir de jarana hasta que las velas no ardieran. Claro: la nostalgia es porque nos daba el cuero.<br /><br /><a href="http://www.safecreative.org/work/1002195552837" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" rel="cc:license"><img align="right" src="http://resources.safecreative.org/work/1002195552837/label/standard-72" style="border:0;" alt="Safe Creative #1002195552837"/></a>Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-38903376902543105642010-02-07T22:01:00.002-03:002010-02-07T22:34:53.615-03:00que tú y yo estamos locosAl parecer, la locura ha mejorado su prensa en el último tiempo. Y no porque haya salido nadie a hablar bien de ella ni de quienes la padecen. Ni porque los hospitales neuropsiquiátricos hayan pasado a ser hoteles de lujo. Simplemente que el loco ha pasado a ser una figura simpática en el imaginario popular. Así, las mañas, las manías, los rayes extremos y los gustos extravagantes no se cuentan como rasgos de personalidad ni con la timidez que habrá conocido algún tiempo atrás, sino con una sonrisa pícara coronada por una frase que, si bien puede cambiar de palabras y tonos, autoproclama locura. "Ya sé, estoy loco", "no digas nada, estoy loco, ya lo sé", "sé que no es normal, pero bueno, estaré loco" son algunas de las frases que vienen trepando en el ranking de enunciación de frases hechas. Lo que no consigo distinguir aún es si la locura que acusan se debe a que se encuentran originales diciéndolo o porque realmente creen que comer el contenido del hueso del pollo es algo tan pero tan absurdo que uno merece ser medicado de por vida o, cuantimenos, ser visto como una persona con problemitas. ¿Andaremos necesitando sentirnos especiales?<br /><br />Por mi parte, me niego, me rehúso, a creer en la locura justificada por comer la grasa del churrasco, el morrón crudo o tomar leche sola. <br /><br />Afortunadamente he descubierto que no estoy sola en la cruzada contra los autolocos-lindos. Leyendo "Delirio", un magnífico libro de Laura Restrepo, encontré una frase que me vino como anillo al dedo para lo que quería escribir aquí.<br /><br />Transcribo: "[...] mientras que yo, un profesor de clase media, dieciséis años menor que ella, era marxista de vieja data y militancia de hueso colorado y por tanto desdeñaba la locura chic en sus versiones tipo ¡Ay, qué locura!, No seamos locos o Hicimos la cosa más loca."<br /><br />Gracias, Laura. Sintetizaste en dos renglones una idea que abarca mucho y cada vez más.<br /><br /><a href="http://www.safecreative.org/work/1002085475130" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" rel="cc:license"><img align="right" src="http://resources.safecreative.org/work/1002085475130/label/standard-72" style="border:0;" alt="Safe Creative #1002085475130"/></a>Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-84402349087491336542010-02-05T16:51:00.004-03:002010-02-05T22:14:41.000-03:00no sumes que oscureceUno de los carteles que sí me di el gusto de colocar en el trabajo fue el que pedía que fueran más cuidadosas al momento de dejar el baño y tuvieran consideración de quien les siguiera en su uso. De todas las ironías que se me ocurrieron por tener que dejar un cartel tan obvio como respetar la higiene, hubo una que no quité. Fue un sencillo "Y no olvides lavarte las manos al salir" colocado después del "Muchas gracias" que cerraba el comunicado.<br /><br />Las repercusiones fueron inmediatas. Por los escritorios, en rinconcitos por allí y por aquí, se escuchaban los murmullos de quienes se quejaban de la misiva. Pero en todos los casos la queja final era eso de lavarse las manos, que ya no se correspondía a la higiene general sino a la higiene personal (si no privada), y que no daba que se metieran con eso.<br /><br />De inmediato registré una nota mental: no visitar los escritorios de quienes se sintieron ofendidas. Porque las ofensas sólo puedo interpretarlas como un rasguñito en el orgullo. En que sintieron que las acusaron de sucias por elegir no usar el jabón después de usar el inodoro, en su absoluto derecho de uso de libertad. Quise preguntarles si tenían claro para qué se usaba el baño, pero prefierí hacer silencio y bosquejar un cartel de esos que no verán la luz.<br /><br /><hr><font size="3"><font face="courier new">¿Creés que la higiene personal (particularmente el uso del baño) no es higiene general?</font><br /><br /><font face="courier new">Juguemos al jueguito de Verdadero o Falso como en la revista Cosmopolitan. Por cada pregunta que contestes como Verdadero, sumá un punto.</font><br /><font face="courier new">Como resultado sabrás cuánto querrá la gente compartir baño (y oficina) contigo.</font><br /><br /><font face="courier new">-Mis manos se desinfectan automáticamente una vez que cruzo la puerta del baño hacia el lado de afuera. No hace falta que me las lave.</font><br /><font face="courier new">-Como toco todo con la punta de los dedos considero que no me ensucio tanto las manos. No hace falta que me las lave.</font><br /><font face="courier new">-Como todos los demás se lavan las manos cuando usan el baño, está todo limpio y no hay nada que me ensucie. No hace falta que me las lave.</font><br /><font face="courier new">-Cuando toco los escritorios con las manos sin lavar después de usar el baño no desparramo gérmenes porque soy así de amarreta. No hace falta que me las lave.</font><br /><font face="courier new">-La señora de la limpieza viene todos los días. No hay tiempo de que transmitamos enfermedades entre nosotros. No hace falta que me las lave.</font><br /><font face="courier new">-Si sólo hago pis no pasa nada. Si hago de lo otro claaaaro que me limpio las manos.</font><br /><br /><span style="font-family: courier new; font-weight: bold;">Resultado:</span><br /><font face="courier new">0 puntos: sos de nuestro clan. Te invitamos a que te sumes a la movida.</font><br /><font face="courier new">1-2 puntos: te falta un golpe de horno. Ya tenés claro de qué se trata. Un esfuercito más.</font><br /><font face="courier new">3-4 puntos: intentaremos que nuestros recorridos en las oficinas sean divergentes.</font><br /><font face="courier new">5-6 puntos: agradeceríamos que te abstuvieras de usar las instalaciones.</font><br /></font><br /><br /><a href="http://www.safecreative.org/work/1002055463303" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" rel="cc:license"><img align="right" src="http://resources.safecreative.org/work/1002055463303/label/standard-72" style="border:0;" alt="Safe Creative #1002055463303"/></a>Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-29174364931262959122010-01-28T01:36:00.002-03:002010-01-28T01:45:56.038-03:00ausencia, fotones y cienciaSe habrán sorprendido por mi prolongada ausencia. O, más probable aún, se estarán sorprendiendo ahora por mi reaparición. Algunos, porque habrán creído que abandoné la práctica de escribir por las noches. Otros, los más cercanos, porque habrán creído imposible que volviera a acercarme a una computadora. Pero, como ven, mi espíritu es fuerte y reincidente. Y aquí me tienen. Una vez más como golondrina; una vez más en el motor.<br /><br />Pasaron ya cuatro meses de lo último que publiqué: sobre la secta de los poetas necrológicos. Qué casualidad que dos días después vine a sufrir un inédito y espeluznante accidente.<br /><br /><br /><br />Tormenta eléctrica en Buenos Aires.<br /><br />Augurando que los relámpagos me inspirarían lo suficiente, aquella noche decidí pasarla entre frases y palabras que quisieran ser publicadas. Los preparativos para la ocasión fueron los de costumbre: una jarra de agua helada a un lado, un termo de café dulce y algunos bizcochos al otro; más de lo necesario para no tener que levantarme por una buena cantidad de horas. Por último, la computadora portátil sobre una silla de mimbre y los pies cobijados entre sus patas de madera.<br /> <br />Pasadas unas cuantas ideas y unos montones borrones de párrafos, la tormenta seguía espesándose; los relámpagos se amuchaban cada vez más; los rayos iluminaban la habitación hasta el fondo segundos antes de que los truenos hicieran vibrar los vidrios de mis anteojos. Los fui disfrutando uno a uno, tanto como cada sorbo de café con ralladura de limón. Cuando caen esos aguaceros adoro percibir cómo el ruido del agua pasa a ser el único sonido en el aire, del mismo modo que pasa a ser su único objeto, ya que insectos y animales se esconden en donde encuentren; adoro ver las gotas inmensas moviendo las plantas, arrastrando flores y hojas muertas. En definitiva, con el agua cayendo a borbotones estaba pasando una noche de lo más agradable. Hasta que en un momento un color extraño impregnó el lugar. Cuando levanté la vista y vi cómo un rayo caía en el edificio vecino, todo el barrio quedó a oscuras. Pero de eso me di cuenta apenas por unos instantes. Inmediatamente después estaba con mi atención atrapada por mis pies y mi sopresa. Un dolor sofocante me advertía que mis dedos y empeines estaban siendo atravesados por unas delgadísimas láminas que no podía comprender de dónde venían.<br /><br />Sí, a través de las hebras de mimbre la luz de mi monitor caía copiosamente con formas variadas pero siempre angulosas, puntiagudas, que se incrustaban definitivamente en la carne. Quién sabe cuánto tiempo pasó hasta que me acordé de la lámpara iluminando la pecera: ahí estaban ellos, pobres pecesitos, desfigurados, amputados, segmentados de la cantidad de agujas luminosas que los alcanzaron. Con los pies desencarnados y en súbito ataque de pánico corrí al dormitorio donde estaba mi marido. Afortunadamente ninguna luz había quedado encendida allí y él dormía apaciblemente, ajeno a lo que estaba sucediendo.<br /><br />Costó que los médicos creyeran mi historia, pues nadie más se reportó ése ni ningún otro día con accidente similar. Sólo los resultados de laboratorio ("Contenido de las láminas: fotones") de lo que extrajeron con paciencia y sabiduría un ejército de enfermeras pudieron convencerlos, satisfechos de no tener que tenerme fe y sí tener ciencia. Así son los científicos.<br /><br />Cuatro meses después casi no quedan rastros de cicatriz y camino normalmente. Los médicos han hecho un magnífico trabajo. Los psicólogos también, y este texto lo confirma. Acá estoy de regreso, combatiendo esta nueva fobia que no consigue tener un nombre, pero sí que me cueste acercarme a cualquier aparato que genere luz eléctrica.<br /><br />La saqué barata. Ahora creo que los poetas necrológicos tienen algún trato con los verdaderos, los de ultramundos, pero les juro que sobre eso prefiero callar.<br /><br /><a href="http://www.safecreative.org/work/1001285396771" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" rel="cc:license"><img align="right" src="http://resources.safecreative.org/work/1001285396771/label/standard-72" style="border:0;" alt="Safe Creative #1001285396771"/></a>Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-67165409297589578172009-09-24T10:34:00.003-03:002009-09-24T11:02:06.177-03:00poetas necrológicosExiste en el mundo un particular y distribuido grupo de poetas cursis que comparte, además de la poesía, la afición por leer las necrológicas de todos los diarios del mundo en busca de decesos de renombrados escritores y que profesa, por sobre todas las cosas, el anonimato de sus integrantes. Este equipo, de procedencia incierta, lleva el nombre de <i>poetas necrológicos</i>.<br /><br />El heterogéneo conjunto produce, año a año, miles y miles de poemas combinables con puestas de sol en el mar y gotas de rocío sobre capullos de rosas musicalizables con melodías new age, y guarda su producto en alcancías de barro estratégicamente colocadas dentro de los placares de sus casas. La consigna iniciática de la logia fue que sus nombres jamás fueran asociados a aquello que escriben, aportando desinteresadamente su sensibilidad al mundo.<br /><br />Bueno, lo de desinteresadamente está por verse, ya que sus poemas llevan la firma de escritores como Jorge Luis Borges, Mario Benedetti, y todo aquel buen poeta que tenga o haya tenido el mal tino de abandonar este mundo dejando su buen nombre completamente desamparado (y vacante). Es que en cuanto un reconocido poeta pasa a mejor vida convocan a un concilio donde deciden cuáles obras, de las tantas almacenadas en sus casas, publicarán en la web firmadas por el difunto escritor, generando allí un nuevo foco de ignorancia general.<br /><br />De la existencia de este grupo no tendríamos noticias si no fuera por una inmensa masa humana que, desconociendo la real obra de los autores utilizados para la difusión de estos poemas románticos y moralejoides, al leer tanto consejo y cielo rojizo lagrimean emocionados y envían a todos sus contactos la obra tan culta (por la firma, por supuesto) que acaban de descubrir. O la publican en sus blogs.<br /><br />Respecto a esto último me gustaría citar un ejemplo que podría ser titulado como "quiero que en mi blog siga apareciendo Borges", o bien "si esto no es Borges, es una porquería. Y no quiero que mi blog tenga porquerías". O bien el título que se les presente para la situación que voy a describir.<br /><br />Navegando y navegando por blogs, costumbre que está consumiéndome la vida, me topé el otro día <a href="http://elmundodemeryswanson.blogspot.com/2009/08/y-uno-aprende-borges.html">con uno de estos casos</a>: un poema de autoayuda que quieren hacer pasar por un auténtico Borges. Cualquier persona que haya leído en su vida al menos cinco poemas de Borges puede distinguir después del primer verso que el poema, claramente, no es suyo. Fiel a mi inseguridad, y antes de dejar ningún comentario, revisé las obras completas por si acaso apareciera allí un poema con el título y texto del que estaba viendo publicado (en cuyo caso, para mi gusto, Borges dejaría de pertenecer a los escritores de culto). Una vez que hube revisado todo y no hube encontrado el mencionado poema, ahí sí, me digné a dejar un comentario. La respuesta de la autora fue genial: me contestó que, como el poema lo encontró en la web, <b>cree</b> que me cree más a mí que al sitio de donde lo obtuvo, por lo cual agregó un comentario poniendo en duda la autoría <i>pero dejando <b>Borges</b> tanto en el título como en el pie del post</i>. Ahora... si el poema le gusta y lo quiere publicar, ¿qué diferencia hay si lo firma Borges o no? ¿No se puede poner "anónimo" y ya? ¿Si quiere poner uno de Borges, por qué no elige uno que sí sea suyo? A ver si me ayudan a aclarar el panorama, porque me surgen más preguntas de las que tengo ganas de escribir.<br /><br />En cualquiera de los casos, es evidente que estos anónimos poetas han matado dos pájaros de un tiro: difundir sus escritos por todo el mundo y que citen a excelentes autores aquellos que jamás abrieron uno de sus libros.<br /><br /><a href="http://www.safecreative.org/work/0909244582160" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" rel="cc:license"><img align="right" src="http://resources.safecreative.org/work/0909244582160/label/standard-72" style="border:0;" alt="Safe Creative #0909244582160"/></a>Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-14699893511122138012009-09-10T18:41:00.003-03:002009-09-10T19:07:40.621-03:00escoba nueva barre mejorSi no me equivoco, esto fue antes de ayer. En mi visita quincenal al supermercado acabé estupefacta frente a la góndola de limpieza. Así arrancamos. No sé si ustedes pasan con frecuencia por ese sector. A mí me divierte mucho ver qué nuevos productos han salido al mercado y, lo que es más importante, qué argumento eligen los publicistas para convencernos de que eso que su empresa ha desarrollado es justamente lo que estábamos esperando para sacar (¡sin rayar!) esa mancha que nos tenía como locas o para blanquear la ropa con la que nuestros hijos juegan en el barro. Pues bien, ahí me encontraba, revolviendo, husmeando, leyendo las etiquetas, cuando me crucé con algo que me costó horrores comprender. El cartel de venta decía "moderna escoba autoavanzante" (y un precio de tres cifras).<br /><br />El objeto en cuestión era un manojo de pies, todos ellos calzados con unas suaves y mullidas pantuflas de diversos diseños, amarrados por lo que vendría a ser el extremo superior de la pantorrilla. Empecé a caminar en semicírculos, de puro asombro, sin quitarles la vista de encima. Me acerqué, las toqué, las sacudí. Ninguna reacción. ¿Por qué modernas? ¿Por qué autoavanzantes? ¿Por qué escobas? No pretenderán que barra con esto...<br /><br />La gente iba y venía sin prestar demasiada atención. Algo que no puedo entender es la falta de curiosidad en tantas personas. Que exista uno que no sea muy curioso, vaya y pase. Pero que ningún otro se detuviera a mirar eso, era imcomprensible. Resultaba evidente que se trataba de un producto tan nuevo como asombroso, por lo tanto su falta de atención no podía deberse a que lo consideraran habitual o rayando lo vulgar.<br /><br />Un buen rato me quedé rondando la zona con disimulo. Una señora se puso a manosear las bolsas de jabón en polvo que se encontraban en los estantes que me tenían capturada. Manoseo innecesario, para variar. De eso está lleno en los supermercados, y así es como me comporto también yo cuando los visito. El asunto es que de tanto toquetear, girar, seleccionar, uno de los paquetes se enganchó con el borde metálico de la góndola desgarrando su envoltorio y se desató una fiesta de derrame de jabón mientras la mujer, avergonzada, intentaba reacomodarlo para evitar el desparramo. Por su parte los pies, activados por el desorden y la suciedad, pusieron manos a la obra: reproduciendo el automático gesto que realizamos cuando queremos esparcir un pequeño montículo de tierra -ese arrastrar el pie por un recorrido de 45 grados con eje en el talón- cada uno fue desplazando lo que le había quedado en derredor, dejándoselo al pie vecino. Éste, a su vez, se comportó de igual modo, hasta que el polvo fue llegando al pie más extremo y la suciedad fue quedando fuera del alcance de la escoba. Durante cinco minutos, y hasta que no quedó un grano de jabón en su zona, coordinaron sacudidas, arrastradas y desparramos. Satisfechas de haber finalizado su tarea, y en una posición diferente a la que las había descubierto una hora antes, quedaron quietas. A excepción de una de ellas. Como ésta no se encontraba correctamente colgada (¿habré sido yo?), y como algunos de los pies cumplían su función de perseguir la suciedad que, una vez expulsada del lugar original, quedaba en las orillas, siguió avanzando hacia el borde de la estantería, barriendo los restos de jabón que encontraba a su paso. Supe que perseguía el objetivo de dejar brillantes y pulcros todos los pisos del universo. Pero el estante se terminó y la escoba cayó al suelo, quedando horizontalmente batientes por unos segundos los piecitos pantuflados. Con torpeza levanté la escoba y la colgué del gancho, junto a las demás. Ahí noté que ese lugar estaba obsesivamente limpio y lustroso. Imaginé que quedaran así los pisos de mi casa. Tal vez valga la pena la inversión.<br /><br /><a href="http://www.safecreative.org/work/0909104425279" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" rel="cc:license"><img align="right" src="http://resources.safecreative.org/work/0909104425279/label/standard-72" style="border:0;" alt="Safe Creative #0909104425279"/></a>Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-7879875994439229584.post-73020088920755143762009-08-31T21:51:00.003-03:002009-08-31T22:15:05.256-03:00balanceDice la leyenda que, al nacer, cada uno recibe una bolsa de caracteres con los cuales armará las palabras que escribirá durante toda su vida. Estudiar y leer periódicamente hace que ganemos algunas más pero, fuera de eso, es todo lo que hay y habrá.<br />Los que no leen ni estudian periódicamente y son conscientes de esta finitud de letras se ven obligados a cometer un nuevo error por cada otro realizado. Así, si usaron una "v" en lugar de una "b", tendrán que cometer otra falta ortográfica cuando les toque escribir alguna palabra que contenga a esta segunda, utilizando la primera en su lugar. Balancear es el asunto.<br />Es por eso que, cuando tocó escribir el comentario de la foto, recordaron <a href="http://conunagolondrinaenelmotor.blogspot.com/2009/03/mira-si-te-tocaba-ser-corresponsal-en.html" target="_blank">este caso</a> y aplicaron el balance.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEir8YHsfX_KMbSy66nybQvtWh3-R0XT0nPKDeraE1a1DGzLhgg_Zrf-4O8Rd169MNmk4wIIcG8tijVmFF3NS0jpEAZpRIxc0NizEczkLzrdnzulnxt2qPabW6npPxO4erbUalZDqespzNlB/s1600-h/ambigo.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 368px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEir8YHsfX_KMbSy66nybQvtWh3-R0XT0nPKDeraE1a1DGzLhgg_Zrf-4O8Rd169MNmk4wIIcG8tijVmFF3NS0jpEAZpRIxc0NizEczkLzrdnzulnxt2qPabW6npPxO4erbUalZDqespzNlB/s400/ambigo.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5376296238037623234" /></a><br /><br /><a href="http://www.safecreative.org/work/0909014340679" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" rel="cc:license"><img align="right" src="http://resources.safecreative.org/work/0909014340679/label/standard-72" style="border:0;" alt="Safe Creative #0909014340679"/></a><br><br /><br />Otra versión sobre el mismo error, <a href="http://lavigaenelojoajeno.blogspot.com/2009/08/equivoco.html">aquí</a>.Silvana Muzzopappahttp://www.blogger.com/profile/17204597385972620860noreply@blogger.com5