Días atrás hicimos una cena con unas invitadas especiales: las redundancias. Pese a que son amigas desde hace muchos años, con el tiempo nos hemos dejado de frecuentar aunque, no por eso, dejaron de estar presentes en nuestros recuerdos. Y lo saben. Justamente por eso aceptaron la invitación.
Llevó tiempo coordinar para que vinieran tantas, pero lo logramos. Y nos sentimos dichosos por ello. Por nuestro comedor desfilaron ResultadoFinal, LapsoDeTiempo y la siempre comiquísima y de buen humor AmbosDos. Las legendarias gemelas SubirArriba y BajarAbajo llegaron en un mismo auto con sus primas, también gemelas, EntrarAdentro y SalirAfuera. Para ahorrar nafta, según nos explicarían más tarde. No faltaron a la reunión YoPersonalmente ni YoEnLoPersonal -quienes están siempre atareadísimas y con agenda completa-; tampoco PreverConAntelación, aunque llegó un poco demorada. Ellas no fueron las únicas presentes, pero si me pongo a mencionarlas a todas no acabo más.
La comida fue informal, claro, porque así son ellas. Unas papitas fritas, unos palitos salados, unos manicitos. De tomar: agüita y apenas vinito. Charlamos largo rato sobre BueyesPerdidos y LaMarEnCoche, quienes no fueron de la partida pero siguen en contacto con varias de las redundancias. Reímos mucho, nos pusimos serios, jugamos un poco, bailamos en una pata, perseguimos sapos en el jardín del fondo y nos asomamos al balcón a gritarle a los transeúntes. Cuando las velas comenzaron a menguar, se retiraron con disimulo. La primera en marcharse fue HaceTantoTiempoAtrás quien, más temprano, había comentado que tenía una cita. No aclaró dónde ni con quién; nosotros, suponiendo que sería por pudor o privacidad, preferimos no preguntar más. Nuestra suposición fue errada y lo supe recién al día siguiente: le harían una nota y saldría publicada en el diario. ¡Qué redundancia más modesta!
Corazón de oro
Hace 17 horas